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El tamaño de las clases en Haití se duplica a medida que empeora la crisis de salud mental entre los estudiantes

La continua violencia en Haití va a obligar a miles de niños, niñas y adolescentes a ir a aulas superpobladas cuando se reabran las escuelas la próxima semana, con algunas clases que se espera que se dupliquen a 80 estudiantes, mientras que cientos de escuelas permanecen cerradas, dijo Save the Children.

El gobierno haitiano retrasó el inicio del curso académico hasta el 1 de octubre debido a la continua amenaza de los grupos armados, que han desplazado a unas 600,000 personas este año, es decir, alrededor del 5% de la población. Durante el pasado curso escolar, más de 900 escuelas cerraron temporalmente, lo que afectó al acceso a la educación de unos 200,000 niños, niñas y adolescentes. Es probable que muchas de estas escuelas permanezcan cerradas la próxima semana, ya que se están utilizando como refugios para las familias desplazadas.

En el Departamento Sur de Haití, la afluencia de familias desplazadas que huyen de la violencia en Puerto Príncipe ha puesto a prueba un sistema educativo ya de por sí frágil. Los socios locales de Save the Children en Les Cayes informan que los niños, niñas y adolescentes desplazados internos harán que el número de alumnos por aula supere los 80, más del doble de lo recomendado.

María Rosette, directora de una escuela apoyada por ProDev, socio local de Save the Children, destacó los retos que supone ofrecer una educación de calidad en estas condiciones de hacinamiento.

También señaló el impacto psicológico en los estudiantes desplazados, debido a sus angustiosas experiencias. Padres, madres y profesores han informado de un aumento de la agresividad, el retraimiento y la angustia emocional entre los estudiantes debido a la exposición prolongada a la violencia armada, el hambre y la incertidumbre.

"Lo que los niños, niñas y adolescentes deberían estar recibiendo en términos de educación de calidad no lo consiguen porque hay demasiados alumnos. Los alumnos que están situados al fondo del aula son los que siempre tienden a sufrir más; se distraen con facilidad.

"Además, una de las primeras cosas de las que me di cuenta (hacia el final del curso pasado) fue de los problemas de salud mental y apoyo psicosocial que hay que abordar entre los estudiantes desplazados. Los niños, niñas y adolescentes desplazados fueron testigos de tantas cosas cuando estaban en Puerto Príncipe, que ahora sufren de estrés y angustia. Son extremadamente agresivos; se pelean y se tiran piedras unos a otros, los recién llegados y los locales. Muchos niños, niños, niñas y adolescentes no están motivados en la escuela. Aun así, es de esperar que, con el paso del tiempo, se muestren más receptivos a continuar su educación y sean capaces de abordar y hacer frente a los problemas a los que se enfrentan".

A medida que las escuelas empiezan a reabrir, las familias siguen enfrentándose a importantes dificultades para enviar a sus hijos e hijas de vuelta a las escuelas. La violencia constante y la inflación galopante han afectado a la capacidad de las familias para costear el material escolar básico para sus hijos e hijas. Además, algunas escuelas que han sido utilizadas como refugios necesitan grandes trabajos de limpieza y reparación antes de poder reanudar plenamente las actividades educativas.

Para los niños, niñas y adolescentes que viven en zonas con combates activos en Puerto Príncipe, empezar el nuevo curso escolar la próxima semana puede no ser posible, incluso si las escuelas vuelven a abrir. El trayecto a la escuela en zonas controladas por grupos armados plantea riesgos considerables, como quedar atrapados en el fuego cruzado y la amenaza de reclutamiento por parte de estos grupos.

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