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Informe científico independiente advierte daño ambiental con el proyecto Puerto Barú en David

Los bosques de manglares, los recursos pesqueros y los arrecifes de coral del Golfo de Chiriquí sufrirán daños irreversibles si se pone en marcha la construcción del proyecto Puerto Barú en David, según un informe científico independiente.

El Estudio de Impacto Ambiental (EIA) de Puerto Barú, aprobado por el gobierno anterior, no detalla los verdaderos impactos y riesgos para la delicada biodiversidad de la región Pacífico-Occidental de Panamá, según el informe de la consultora internacional Lynker, una firma de ingeniería líder en modelación ambiental, que también trabaja como contratista para el gobierno federal de Estados Unidos.

Los promotores del proyecto Puerto Barú han afirmado repetidamente que los manglares no se verán afectados por la construcción de Puerto Barú. Para que el puerto sea viable, el proyecto requerirá dragar partes del canal de navegación para alcanzar una profundidad de hasta 12 metros. Durante el dragado, los sedimentos finos quedarán suspendidos en la columna de agua y transportados por la corriente de marea creciente hacia el manglar, atrapando y sofocando las raíces de los manglares y perjudicando las plántulas al reducir la penetración de luz. Además, el dragado aumentará la salinidad del agua en el estuario, lo que podría interrumpir el desarrollo de los manglares los ciclos de vida de las especies marinas que nacen en ellos y alterar otros ecosistemas críticos adyacentes.

El dragado propuesto implicaría la remoción de un volumen equivalente a 600,000 camiones volquetes de sedimentos (9 millones de metros cúbicos) del lecho marino durante la etapa de construcción y 800,000 m3 cada dos años. Estos sedimentos se depositarían en la desembocadura del estuario, donde la marea bajante transportaría los sedimentos finos a las aguas calmas del Parque Nacional Golfo de Chiriquí, a solo 9 kilómetros de distancia, afectando a sus arrecifes coralinos de gran importancia turística y ecológica.

El análisis de Lynker concluye que se aplicaron técnicas inadecuadas en el EIA para modelación de dispersión de sedimentos e hidrodinámica, utilizadas para evaluar el destino y transporte de estos sedimentos. Estos hallazgos ponen en duda las conclusiones del EIA sobre el impacto mínimo del dragado en los manglares y áreas protegidas cercanas. Como referencia, un reciente proyecto de dragado en Miami, Florida, Estados Unidos, resultó en la muerte de 80 veces más arrecifes coralinos de lo esperado.

Los manglares por su parte desempeñan un papel vital en la protección de las comunidades contra el aumento del nivel del mar, inundaciones y tormentas. Las comunidades alrededor del propuesto Puerto Barú actualmente están protegidas por el gran bosque de manglar, que actúa como barrera natural contra las marejadas y tormentas. La construcción y operación del puerto amenazan con dañar estos manglares, dejando a estas comunidades más vulnerables a eventos climáticos extremos.

Los manglares protegidos de David albergan especies en grave peligro de extinción, como el mono ardilla centroamericano y las tortugas carey, la especie de tortuga marina más amenazada del mundo. Ambas especies están disminuyendo sus poblaciones, lo que ha llevado a países y organizaciones a tomar medidas para evitar su extinción.

El área también es hogar de delfines, aves, monos, iguanas, peces, crustáceos y moluscos. Los datos muestran que importantes poblaciones de ballenas jorobadas y de Bryde, tiburones colicortos del Pacífico (Carcharhinus cerdale) en peligro crítico, habitan el Golfo de Chiriquí, incluyendo zonas cercanas al canal de navegación propuesto del proyecto Puerto Barú. También se han reportado numerosos avistamientos de tortugas verdes en peligro de extinción cerca del área.

Para el doctor Julio Zyserman, de Lynker, el EIA de Puerto Barú carece de evidencia suficiente y subestima los impactos potenciales que tendrá este proyecto.

“El EIA de los desarrolladores no considera suficientemente los impactos que la construcción, las operaciones y el dragado del puerto tendrán en los ecosistemas críticos, algo esencial en cualquier evaluación ambiental. Tenemos preocupaciones sobre la metodología aplicada en la modelación del transporte de sedimentos usada en el EIA y también encontramos una evaluación inadecuada del impacto del aumento del tráfico marítimo en los animales marinos”, explicó Zyserman.

En tanto, Guido Berguido, Biólogo y director de Adopta Bosque, una de las organizaciones que se oponen al Puerto Barú en David, enfatizó que la investigación de la consultora internacional Lynker demuestra por qué este puerto no puede permitirse en esta ubicación.

“Siempre hemos entendido que Chiriquí requiere un puerto; no estamos en contra de eso. Lo que cuestionamos es por qué se está construyendo un puerto en terrenos adyacentes a un área protegida de manglares. Necesitamos desarrollo, pero no a costa del ambiente y la biodiversidad”, precisó Berguido.

Por su parte, Joana Abrego, Gerente Legal del Centro de Incidencia Ambiental (CIAM), remarcó que la investigación de Lynker es una prueba de que, si no se detiene el proyecto Puerto Barú en David, uno de los bosques de manglares más valiosos de Centroamérica podría ser destruido para siempre.

“Siempre supimos que el Estudio de Impacto Ambiental no evaluó de manera robusta los impactos que el puerto tendrá en las áreas protegidas y el ecosistema circundante. Por eso presentamos una demanda ante la Corte Suprema para se declare nula la resolución que aprobó el Estudio de Impacto Ambiental. El impacto real no fue evaluado por el gobierno anterior al aprobarlo. Es urgente reevaluar esta decisión y reubicar el puerto para proteger los manglares de Panamá para las generaciones futuras”, aseveró Abrego.

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